4.07.2005

Armas biológicas: breve reseña histórica (y 2)

El ejército japonés estuvo muy activo desde años antes del comienzo de la II Guerra Mundial en el estudio y experimentación con armas biológicas. Entre 1939 y 1942, realizaron una docena de “pruebas de campo” sobre ciudades chinas arrojando cultivos bacteriológicos viables, aerosoles bacterianos o bombas con pulgas vivas infectadas con Yersinia pestis (¡mas de 15 millones de pulgas en cada ataque!).
El gobierno nacionalsocialista del III Reich no empleó este tipo de armas en sus campañas. Es un hecho sorprendente si tenemos en cuanta la cantidad de crímenes contra la humanidad que cometieron. Los ignominiosos experimentos en prisioneros con agentes infecciosos parecen haberse relacionado más bien con el intento de comprender la patogenia (desarrollo) de determinadas enfermedades infecciosas y con la obtención de vacunas para controlarlas.
Una posible explicación puede ser puramente economicista, por la necesidad imperiosa de la mano de obra gratuita que, para los nazis, suponían los cientos de miles de personas prisioneras en campos de concentración y exterminio. Otra explicación puede ser el escaso control que se podía ejercer sobre las enfermedades infecciosas y a que estas infecciones se podían volver en contra de la propia población germana. Debemos considerar que la penicilina se comenzó a usar por los Aliados en los últimos años de la guerra y los fármacos antimicrobianos eficaces disponibles eran muy escasos. Los ejércitos alemanes procuraban evitar aquellas regiones donde enfermedades como el tifus epidémico eran frecuentes. Los médicos militares alemanes utilizaban pruebas inmunológicas, como la reacción de Weil-Felix, para el diagnóstico del tifus (producido por Rickettsia prowazekii)y se ha descrito que los habitantes de varias zonas de la Polonia ocupada se libraron de la deportación a campos de concentración porque los médicos locales vacunaron a la población con una bacteria (Proteus) que provocaba falsos positivos con la prueba alemana de diagnóstico del tifus.
Los ejércitos norteamericano y británico probaron el uso de bombas con esporas de Bacillus anthracis y el ejército ruso experimentó con Yersinia pestis y Francisella tularensis (causante de la tularemia, una zoonosis que se observa en zonas boscosas).
Las pruebas realizadas por los Aliados en la isla de Gruinard (cerca de la costa de Escocia) con esporas de Bacillus anthracis demostraron su capacidad letal sobre las ovejas y otros animales de la isla y también la larga persistencia de su efecto: ¡las esporas no se pudieron erradicar completamente hasta 1986 cuando se descontaminó la isla con formaldehído y agua de mar! La utilización de la tularemia por las tropas soviéticas en la batalla de Stalingrado no está confirmada, aunque hubo una epidemia severa, coincidente en las fechas, que afectó tanto a los soldados alemanes como a los soviéticos.
Con posterioridad, y a pesar de la Convención de Ginebra de 1972, diversos estados han seguido desarrollando programas de armas biológicas (y a otros, como a Iraq, se les ha acusado de hacerlo sin existir pruebas), siempre de forma encubierta y alegando que son programas encaminados a la tan necesaria comprensión de la patogenia de las enfermedades infecciosas y al desarrollo de vacunas que protejan a la población civil (como son los casos de la agencia rusa Biopreparat –que en teoría dejó de existir en 1992- o los USAMRIID norteamericanos, donde se trabaja, bajo control militar, con agentes infecciosos de alta letalidad).
En todos estos casos, la propagación de las microorganismos estudiados en el medio ambiente ha traído como consecuencia la dispersión de estos agentes infecciosos y la afectación de animales que actúan como reservorios y que tienen una alta capacidad potencial de transmisión de estas infecciones al ser humano.
Un ejemplo dramáticos fue el accidente, en 1979, con carbunco en el centro de Biopreparat del ministerio ruso de defensa en Sverdlovsk (¡el episodio fue reconocido de forma oficial en 1992!) que ocasionó la muerte de 66 de las 70 personas infectadas por la diseminación de la infección por toda la región
Otro ejemplo, fueron las pruebas realizadas sobre ciudades americanas por la aviación militar con bacterias aparentemente inocuas. Es bastante llamativo que se conociera la existencia de estos experimentos cuando diversos periódicos publicaron a mediados de los años 1970, datos suficientes para que el Senado norteamericano recriminara al Pentágono. El ejército norteamericano realizó simulacros de ataques biológicos (¡a principios de los años 1950!) espolvoreando desde aviones, de varias ciudades, destacando San Francisco, con la bacteria Serratia marcencens que se consideraba no patógena. Estos “bombardeos” coincidieron con varios brotes hospitalarios de infecciones por dicha bacteria aunque el ejercito alegó que los aislamientos bacterianos obtenidos de las muestras clínicas de los pacientes no se correspondían con la cepa bacteriana empleada en los ensayos.
Dos sectas religiosas, la triste célebre Aum Shinrikyo (“Verdad suprema”) que cometió el atentado mortal con gas sarín en el metro de Tokyo y la de los Rajneeshi en Estados Unidos han utilizado o han intentado emplear armas biológicas.
Los Rajneeshi contaminaron con Salmonella las ensaladas de varios restaurantes en Oregón con la intención de influir en las elecciones locales: produjeron varios cientos de casos de gastroenteritis moderadas y graves aunque no hubo ningún fallecido.
Los miembros de la secta Aum Shinrikyo acudieron al Congo con una aparente intención de prestar ayuda humanitaria durante una epidemia de fiebre hemorrágica de Ebola. La realidad parece que fue distinta, tomaron muestras clínicas de los enfermos y moribundos con la intención de obtener aislamientos del letal virus de Ebola.
La conclusión de esta breve reseña histórica serían los casos de envíos postales con esporas de Bacillus anthracis a periodistas y políticos norteamericanos con la intención de que se contagiaran con carbunco y sembrar el pánico en Estados Unidos. Aunque existen serias dudas sobre quien está detrás de estas acciones terroristas (¿Al Qaeda?¿grupos supremacistas norteamericanos?), el efecto perseguido, sembrar el pánico, se ha conseguido y también estos hechos han demostrado lo vulnerables que somos a este tipo de agresiones y la necesidad de mejorar los conocimientos médicos que permitan prevenir, diagnosticar y tratar rápidamente estas enfermedades.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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